En una época la actual avenida Peñaflor solo era angosto sendero bordeado por un canal y zarzamoras. Una atractiva joven, hija del mayor hacendado de Talagante, se enamoró perdidamente de un misterioso huaso de lujosa estampa que la venía a ver todas las noches desde Peñaflor, viajaba en un lujoso coche negro tirado por 2 caballos de azabache estampa.
Poco a poco fue encantando a todos en el lugar, primero a su familia, adulando de sus tierras y riquezas, obsequiando hermosas y deslumbrantes joyas de oro a la bella hija. A base de engaños y mentiras se concretó el matrimonio, mientras entre los inquilinos de la hacienda crecieron las sospechas sobre la verdadera identidad del huaso. Su comportamiento y extraños hábitos nocturnos, colocaron bajo alerta también a la familia. Un buen día, en vísperas de noche de San Juan, el gallardo mocetón comentó que estaba preparando un largo viaje junto a su amada, fue así como llegada la noche más larga del año, su carroza se llevó a los amantes a un viaje que jamás tuvo retorno. Pasando el tiempo las joyas y oro regalados como dote, se desvanecieron y la familia de la joven, cayó en desgracia perdiendo todo.
Cuando la historia se transformó en leyenda los lugareños de ambos pueblos comenzaron a realizar numerosas procesiones religiosas para alejar al maligno ser de sus bellas hijas, el camino ya había tomado el tétrico nombre de “El Camino del Diablo”. Debido a los esfuerzos de los lugareños para alejar a este oscuro personaje.
Cuenta la leyenda que cuando los Talagantinos alzaron una gran cruz de hierro y la colocaron en la entrada del pueblo y los Peñaflorinos colocaron una estatua de la Virgen María en la cima del cerro que da la bienvenida a Pelvin, recién termino de aparecerse el mandinga, en su carruaje. Y de ahí proviene la expresión “El Diablo venía desde Peñaflor a Talagante en carreta muy elegante” quedando esta frase, como una de las más populares, que nos recuerda el porqué del nombre del famoso camino.
Dicen los lugareños, que aún se puede ver la famosa carretela, tirada por 2 caballos negros, y los cascos herrados de los caballos, arrojan chispas al rozar el pavimento, claro, solo en la noche más larga, la noche de San Juan.
Recopilación Histórica
Jaime Lagos Talagante Mi Pueblo
Gracias por hacernos parte de las tradiciones de nuestro pueblo y sus historias.
Hace mucho tiempo vivía yo en la calle Eyzaguirre cerca del rio, en donde se escuchaba el llanto de una mujer todas las noches, se atribuía el llanto de la mujer buscando a su hijo, todos le llamaban la llorona, y también historias de duendes, el culebrón e incluso porque no decirlo… los ovnis que se divisaban en ocasiones en el cerro la antena.